Casa Tino en Alfredo Truán 9, Gijón.
Un clásico en Gijón, el típico que conocen todos los padres, “ye de toda la vida”, dicen siempre. Nada más entrar te ves envuelto en una atmósfera con solera, antigua y elegante. Tanto la clientela como la mayoría de camareras son coetáneas del entorno.
Cuanto se ofrece destaca por su sencillez, aquí no hay esnobismo a la vista, todo muy clásico. Raciones copiosas, servicio excelente.
Mencionadísimas en todo corrillo culinario son sus cebollas rellenas, sin embargo las dejamos para otro día y dimos cuenta a las croquetas, los calamares fritos, los callos y el cachopo.
Sencillas pero correctas las croquetas, no destacan, aprueban, sin más.
Calamares fritos que estuvieron a la altura de su fama, en su punto y con un rebozado comedido aderezado con perejil. Tiernos al diente, explosivos de sabor. Volver a destacar la generosidad de las raciones.
La tradición por la cocina de toda la vida vuelve a manifestarse en los callos. Acompañados por virutas de jamón y en su tamaño justo, levantaron vítores al chef. Los mejores de mi vida, exclamó alguno. Aunque no lo comparto, recojo en esta crítica la falta de un hervorcillo picante que algún camarada comentó.
Aplauso y puesta en pie del personal con el cachopo. Aunque alguno decía no tener ya ni un átomo de apetito, los cuatro empanados sucumbieron en breves minutos. Jugoso el queso, tiernos la carne y el jamón y gordinas las patatas, como las de la abuela.
En casa Tino queremos destacar: los calamares, se ofrecen por doquier pero en casi ningún sitio saben prepararlos como aquí.
En casa Tino queremos advertir: del precio, se te puede ir por las nubes en un santiamén. Antes de cenar, echar un vistazo a la carta…y a la cartera.